Resonaba en mi cabeza su dulce melodía,
Cantaba día tras día su canción sin fin,
Cantaba día tras día su canción sin fin,
Acechando entre la callada música.
Amigable se presentó,
Persiguiendo un bárbaro objetivo,
Cuyo propósito era lapidarme,
¿Tan despiadada muerte merecía?
Tan zopenca fui que mi mano le cedí,
Volviéndose sombrío su gesto.
Traidora leal era,
Logró deleitarme con su arpegio
tomándome por prisionera.
Aferré me a mi exánime vida,
Sin denuedo me quedaba,
La discordia llegaba a su fin,
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